Según la definición del libro de Álvarez y Bisquerra (1996 y 1998) se considera la orientación como "un proceso de ayuda, continuo y sistemático, dirigido a todas las personas, en todos sus aspectos poniendo un énfasis especial en la prevención y el desarrollo (personal, social y de la carrera), que se realiza a lo largo de toda la vida, con la ampliación de los diferentes agentes educativos (tutores, orientadores, profesores) y sociales (familia, profesionales y paraprofesionales). La orientación es un proceso continuo que debe ser considerado como parte integrante del proceso educativo, que implica a todos los educadores y que debe llegar a todas las personas, en todos sus aspectos. Según las circunstancias la orientación puede atender preferentemente a algunos aspectos en particular: educativos, vocacionales, personales, etc. Pero lo que le da identidad a la orientación es la integración de todos los aspectos en una unidad de acción coordinada"
Por otro lado, según Sebastián Ramos (1990), se trata de "un proceso de ayuda, de carácter interactivo, orientado a la capacitación del sujeto para la
comprensión de si mismo y del entorno, a fin de definir de modo autónomo y de llevar a la
práctica un proyecto de realización personal, en todos los ámbitos de su vida."
Ambas definiciones consideran la orientación como un proceso de ayuda, con la diferencia de que Sebastián Ramos pone énfasis en la capacidad autónoma del sujeto para decidir, y en cambio, Álvarez y Bisquerra, destacan la implicación del sujeto, de los agentes educadores y de los agentes sociales en el proceso educativo. Por tanto, ésta última, trata la orientación desde una perspectiva más integradora y completa.
En cuánto a los ámbitos y la duración, ambas definiciones coinciden en que se desarrolla a lo largo de toda la vida y en todos los ámbitos.
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